El sexo que nos une. Cuando llegamos a la vida matrimonial, ha sido porque hemos tenido o para tener relaciones sexuales con otro ser del sexo opuesto, esto en cuanto a los matrimonios heterosexuales. ¿Por qué te casaste? ¿Para qué te casaste? Algo tan obvio, queda al margen de la inteligencia de una inmensa mayoría de hombres y mujeres que han llegado al matrimonio a padecer cada relación sexual, por cuanto se carece de salud y armonía sexual con su pareja.
La comunicación sobre las experiencias sexuales. Los novios con derecho sexuales y luego los matrimonios se encuentran incomunicados verbalmente sobre sus propias experiencias sexuales, porque nuestra socio – cultura ha establecido que ese asunto no debía ser conocido, estudiado, pensado, analizado, comprendido, valorado por los niños, niñas y adolescentes y tampoco por los adultos, inclusive los graduados en profesiones como la medicina, la psicología, la educación, el derecho, la comunicación social o la teología. Todavía muchas universidades no han incorporado la educación sexual dentro de su currículo, provocando el círculo irrompible de la ignorancia sexual que produce o mantiene sin solución disfunciones, desórdenes y conflictos sexuales. Si pudiéramos y supiéramos hablar de nuestras experiencias sexuales con nuestras parejas, desde el comienzo de la vida matrimonial; disfunciones como la eyaculación precoz, el vaginismo, la dispareunia, las fobias, angustias sexuales, la anorgasmia, complejos, penas, vergüenzas, culpas relacionados con los órganos sexuales o algunas preferencias sexuales no aceptadas o gustadas por la pareja encontrarían fáciles soluciones. Sin conocimientos, sin conceptos claros, sin palabras adecuadas, actitudes positivas hacia la sexualidad, valoración de nuestra salud sexual y la de la pareja, los matrimonios se encuentran condenados a sufrir toda clase de trastornos y conflictos sexuales, hasta terminar matando el sexo en la vida matrimonial a pocos años de la convivencia. Las mujeres y los hombres en su etapa de adultos mayores (viejitos, viejitas), si hubiesen asumido el cultivo y desarrollo temprano de su salud y armonía sexual como pareja estarían en condiciones de vivir y disfrutar su sexualidad en esa etapa de la vida.
Terapia y pedagogía sexual como solución. A una persona con fobias, angustias, neurosis sexuales, otros trastornos y disfunciones le llevas un mensaje sobre la sexualidad como una necesidad, casi seguro lo rechaza, como un natural mecanismo de defensa. Por lo tanto hace falta mucho más que educar, sobre todo a los adultos. Adultos que comienzan a disfrutar de salud y armonía sexual comprenden y valoran la sexualidad como un Derecho Humano y estará en condiciones de luchar, trabajar por su promoción y defensa. El Estado, las Iglesias, la Sociedad Civil, las Empresas y sobre todo la Familia tendrían capacidad para desarrollar programas permanentes y efectivos de educación sexual para la salud sexual y no como un desesperado acto para combatir al VIH SIDA, embarazos en adolescentes, violencia sexual a niños, niñas, mujeres y otros.
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